El mundo ha
cambiado y con él, nuestra manera de verlo y ver nuestro rol en un entorno que
cambia rápidamente. Como Millenials, muchos de nosotros ya no tenemos la misma
meta de vida que tenían nuestros padres (estudiar, trabajar, tener familia),
sino que buscamos algo más. Un propósito. Buscamos hacer algo que nos mueva y
nos haga sentir que contribuimos algo profundo. Pero ¿cómo podemos comenzar a
descifrar cuál es ese propósito?
Resulta
abrumador mirar alrededor un día y notar que has caído en una rutina de
“Eat-Work-Netflix-Sleep”; un ciclo vicioso del cuál no sabemos ni como comenzar
a salir porque el primer paso para hacerlo es muy difícil. Para esta generación
la pregunta de “¿cuál es mi propósito?” no es una interrogante existencial que
debemos atender, sino una contestación que me debería contestar un quiz de
Buzzfeed. ¡Estamos ciegos, y en muchos casos no queremos ver, por qué evaluar
dónde estamos en nuestra vida sin saber realmente dónde queremos estar es una
tarea de locos!
Los
habitantes de Okinawa, Japón desarrollaron un concepto que podemos utilizar
para salir de este hoyo negro de la auto duda. Ikigai es un concepto, sin
traducción directa en español, que recoge las vertientes que pueden proveer un
mapa mental de cómo abordar nuestro propósito de vida.
1. ¿Qué cosas amas hacer? – Algo qué no
puedes vivir sin hacerlo y te trae alegría cada vez que lo haces. Hacerte esta
pregunta te ayudará a encontrar tu pasión.
2. ¿Qué cosas haces bien? – Sin mucho
esfuerzo eres bueno en muchas cosas, ¿cuáles son las que encajan con tu pasión?
Hacerte esta pregunta te ayudará a encontrar tu profesión.
3. ¿Por qué cosas te podrán
recompensar? – Evalúa de qué manera puedes obtener una recompensa, ya sea
económica, de servicio o de bienestar cuando realizas estas cosas que amas y en
las que eres bueno. Hacerte esta pregunta te ayudará a encontrar tu vocación.
4. ¿Qué necesita el mundo? Hacerte esta
pregunta te ayudará a encontrar tu misión.
Es
contestando estas preguntas, y pensando en lo que realmente hace sentido con lo
que se quiere hacer (no lo que el mundo te ha dicho que debes hacer), que se
llega a obtener Ikigai. Pero llegar a determinarlo no es el fin, sino que en
gran medida Ikigai funciona como un verbo. Es la acción enfocada de llevar a cabo
pasos pequeños que sean cónsonos con estas cuatro raíces. Ikigai se convierte
en un motor, en la razón por la que nos levantamos en la mañana listos para
enfrentar el mundo y llenos al fin de propósito.
Ikigai
requiere compromiso. Luego de llegar a contestar las preguntas es esencial que
se le dedique tiempo, así sea parcialmente, a trabajar en lo que nos llena. No
obstante, cuando tomamos decisiones que nos acercan a nuestro Ikigai notaremos
que no nos sentimos obligados, sino que estas acciones las tomamos casi
espontáneamente y en cambio Ikigai promete que nos sentiremos plenos,
saludables y positivos y conectados.
Comments
Post a Comment